El deporte y la presión
Septiembre es un mes de inicios y finales. Comienza el curso escolar, finalizan las vacaciones y es hora de abrir carpetas y cerrar ciclos. Lo mismo sucede en el deporte. Algunos comienzan su andadura en este mes, mientras que otros acaban sus respectivas temporadas. En el fútbol, el balón comienza a rodar y las cadenas se paran en las grandes vueltas del ciclismo profesional al traspasar la línea de meta de la Vuelta a España.
Desde una perspectiva psicológica, Tanto el final de una temporada, como el inicio de una nueva, son momentos importantísimos que van a determinar en gran medida que los deportistas mantengan una motivación y un nivel de confianza alto y estable. Así pues, gestionar psicológicamente bien estos periodos resulta clave para conseguir el éxito y mantener un rendimiento optimo de manera sostenida. Sin duda, esta es una característica diferencial en aquellos clubes u organizaciones deportivas orientados a la excelencia y la calidad.
La motivación y la autoconfianza, son dos variables predictoras a la hora de afrontar el estrés de la competición. Permiten a los deportistas, obtener un buen ajuste psicológico y afrontar de manera adaptativa el estrés de la competición.
Pongamos un ejemplo no muy lejano en el tiempo. Hace apenas dos semanas se disputó la primera jornada de la Bandera de la Concha. Una importante cita en Donostia, Gipuzkoa e incluso en la costa cantábrica que atrae a miles de seguidores en los dos primeros domingos de septiembre desde 1879. Un vestigio de tradición mezclado con dosis de modernidad.
Es la competición más importante para los bogadores. Comienzan a entrenar en noviembre, pero la mente se sitúa en estas dos jornadas desde el principio. Tras once meses de intensa preparación física, y en contadas ocasiones psicológica, se dan cita en la bahía donostiarra el jueves anterior al primer domingo el momento clave en la que se lo juegan todo. Se trata de la comúnmente llamada “regata de los nervios”, pues las traineras tienen casi la obligación de hacerse con una de las siete plazas en juego: está en juego la preparación de todo el año, los patrocinios, el reconocimiento deportivo e incluso el honor de representar al pueblo en una competición que levanta pasiones. Toda un cóctel de aristas que los remeros deben sobrellevar tanto los días previos como los venideros.
Pero, realmente, ¿están los remeros preparados para ello?. ¿Cuáles son los vértices a cuidar en lo referente a la psicología? ¿Cómo gestionar toda la presión?
Sin duda, un poderosa herramienta psicológica al alcance de todos los entrenadores es la planificación de objetivos.
Cuando la planificación de objetivos se realiza con el rigor profesional que requiere esta técnica, garantiza que los deportistas centren la atención en lo más importante de la competición, y se planteen expectativas realistas sobre su rendimiento que les va a permitir afrontar con mayores garantías de éxito el estrés de la competición.
Mantener el plan de competición no es fácil cuando te juegas tanto, sin embargo, es mucho más llevadero si estás preparado psicológicamente.
Una muestra de ello sucedió en La Concha de este año. Dos traineras, emparejadas en toda la regata, se acercaron mucho en un lance de la regata. Era el minuto 15, y peleaban por ganar una tanda que les abriera el abanico para la victoria dentro de siete días. En un deporte tan condicionado por las condiciones meteorológicas, dos traineras chocaron sus palas, y una de ellas fue sancionada perdiendo todas sus opciones de cara a un triunfo soñado durante cientos de días. Las expectativas que se generaron durante meses fueron al garete, y el foco mediático se centró en el patrón, de apenas 22 años.
¿Cómo gestionar esa situación, para volver a competir dentro de siete días?
No hay fórmulas mágicas: por un lado, el entrenamiento psicológico requiere de planificación, trabajo y entrenamiento sostenido a lo largo del tiempo tanto por parte de los deportistas, como de los entrenadores. Por otro, es necesario integrar la psicología deportiva en el terreno de juego, y realizar un trabajo interdisciplinar generando contextos facilitadores que permitan al deportista empoderarse psicológicamente para afrontar con mayor garantía de éxito las demandas de la alta competición,.
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