Los Valores del Deporte en el punto de mira
La competitividad, la gestión de la frustración y la capacidad de anteponerse y sacar partido a las derrotas son valores que se deben transmitir en el deporte educativo.
El deporte base vuelve a estar en el punto de mira. El ya mediático y abultadísimo resultado por 47 goles a 0 que se dio en un partido de categoría alevín del fútbol base en Gran Canaria ha vuelto a poner en tela de juicio los valores que se inculcan a deportistas de temprana edad. Y lo cierto es que, si bien no de manera tan abultada, son numerosos los casos de este tipo que cada fin de semana se dan en canchas de cualquier modalidad deportiva (La Región, 2017). Resulta necesario detener la mirada y reflexionar en este aspecto, por las numerosas consecuencias negativas que puede acarrear en los miles de niños y niñas que se calzan las botas cada domingo con la máxima ilusión.
Y … ¿Dónde se dirigen las miradas cuando ocurren casos como estos? La mayoría de las veces, los focos se dirigen a los/as entrenadores/as del equipo que no muestra piedad ante el contrario, evidentemente inferior. Pero el deporte es algo estructural, y se juega con unas normas. El hecho de que se repitan y se normalicen las “palizas” en las canchas de todo el estado depende también del diseño de un buen planteamiento normativo acorde al desarrollo evolutivo del deportista y a los diferentes itinerarios posibles. En ese sentido, cabe mencionar las palabras de Fraile et al (2004), cuando dicen que las federaciones deportivas cuentan con técnicos que otorgan mayor relevancia a cuestiones técnicas que a las educativas, siguiendo el guion del deporte de competición, en el que prima el resultado y la victoria por encima de otros valores. Resulta urgente regular y garantizar el aspecto educativo en el deporte base para que realmente sea un contexto facilitador del desarrollo integral de nuestras/os jóvenes.
Si bien es cierto que la competitividad, la gestión de la frustración y la capacidad de anteponerse y sacar partido a las derrotas son valores que se deben transmitir en el deporte educativo, dichos valores no existen una vez la diferencia en el marcador es tan abultada.
Teniendo en cuenta lo anterior, en la actualidad se cuentan ya con algunas iniciativas de diferentes modalidades deportivas que trabajan en este sentido. Por ejemplo, en baloncesto dar el partido por finalizado cuando un equipo consigue una diferencia mayor de 50 puntos. En balonmano, dejar de contabilizar los goles si la diferencia es mayor de 20. En el propio fútbol, no contabilizar diferencias mayores de 6 goles en categorías infantil y cadete (La Voz de Galicia, 2017).
Pero estas iniciativas, no obedecen a una estrategia regulada y normalizada. Para que realmente la actividad deportiva cumpla con su rol transformador y de desarrollo, todas las federaciones de la misma modalidad deportiva deberían tener protocolos de actuación educativos y como en el caso que nos ocupa, hacer que entre los niños/as no pese el recuerdo del mal rato pasado más allá de haber perdido el partido.
Por otro lado, no se ha de olvidar que es el/la entrenador/a uno de los agentes de mayor relevancia en la inculcación de valores deportivos en esas edades, ya que es uno de los papeles que componen la atmósfera moral de los/as jóvenes deportistas (García-Calvo, Sánchez-Oliva, Sánchez-Miguel, Leo y Amado, 2012).
Resulta algo lógico que, por respeto al rival y saber ganar, el entrenador/a no ordene a sus pupilos que levanten el pie del acelerador. No obstante, hay maneras y maneras de competir y de alcanzar objetivos, más aún en edades tempranas. Siempre se podrá seguir compitiendo al máximo poniendo objetivos de equipo como que todos los participantes toquen el balón unas cuantas veces antes de poder buscar el gol, que tan solo se puede ejercer una presión defensiva una vez el equipo contrario tenga la pelota en ciertas zonas del campo o, simplemente, probar y trasladar ese estilo de juego o jugadas que por tanto tiempo se ha estado trabajando en los entrenamientos y que aún no se ha podido poner en práctica en los partidos.
Recibir una paliza siempre duele, y más aún en edades tempranas. Estos niños/as recordarán toda su vida la frustración que sintieron en el terreno de juego cuando, por mucho que lo dieran todo, seguía siendo insuficiente. Y quizás esa frustración y la falta de disfrute hagan que su motivación disminuya, llevándoles a ser un caso más de abandono precoz.
La práctica deportiva se ha de realizar con responsabilidad, y mejorar la estructura para que el deporte sea un contexto de transformación y desarrollo educativo, nos corresponde a todas/os.
Amaia Ramírez
Fuente: La Ovación
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